viernes, 12 de noviembre de 2010

El Ritual en los Movimientos escrito por Eric Hobsbawm

El autor en el capítulo de los rituales en los movimientos sociales hace un recorrido sobre el desenvolvimiento de las organizaciones humanas en la historia, y como a partir de las necesidades y funciones que estas deben cumplir presentan un carácter mas simbólico o mas utilitario.
Este capítulo se divide en cuatro secciones: en la primera el autor tipifica los movimientos sociales en dos momentos, los movimientos sociales primitivos y los movimientos sociales modernos. En la segunda desarrolla las características de los movimientos sociales primitivos en donde detecta cuatro fases principales:
1.      Iniciación
2.      Las ceremonias de reunión periódicas
3.      Rituales prácticos
4.      El simbolismo
En la tercera sección desarrolla varios ejemplos base de los movimientos sociales primitivos principalmente el de los Masones que han causado intriga en la humanidad desde su nacimiento, y en la última parte plantea su tesis del como para las organizaciones sociales paso a ser más importante el contenido que la forma, es decir, la transición de los movimientos sociales primitivos, muchos mas simbólicos a los movimientos sociales modernos con muchas menos formas simbólicas y mucho más contenido ideológico; lo que representa una transformación de las formas religiosas a la secularización de las diferentes agrupaciones humanas.
En primer lugar Hobsbawm empieza a cuestionar la esencia de los movimientos sociales modernos en donde no se observa rituales de forma muy elaborada, dándole prioridad al contenido que les une y permite la cohesión del grupo, las formalidades no se visualizan en los objetos sino en las pautas determinadas de conducta, que en gran medida están basadas en la solidaridad con los colegas como por ejemplo en el partido comunista que compromete al miembro a llevar a cabo actividades y deberes casi, comparados a lo que exige una religión tradicional pero no con la carga simbólica que esta demanda.
No obstante, en los movimientos sociales primitivos lo que ocurre es que los postulantes a miembros tienen que pasar por formalismos que les permitan su cohesión. En primer lugar el elemento vinculante la iniciación que se refiere a una ceremonia en donde participan los postulantes de modo consiente, este generalmente se representa en forma de ritual y  funge como un pacto entre la organización y el personaje; crea un aura de solemnidad y de magia que origina, a través de diferentes pruebas, el paso de un momento a otro; esto asegura lealtad y permite que la base material cobre sentido para el nuevo miembro.
El segundo elemento que identifica el autor son los ceremoniales de reunión periódica que es lo que garantiza la continuidad del grupo y la apropiación de los símbolos con el paso del tiempo, también están cargadas de elementos materiales y no materiales que dan identidad al grupo. Las ceremonias periódicas pueden ser públicas o privadas con la participación de los líderes que también son símbolo oficial ya sea de la hermandad o de la organización.
Los rituales prácticos tiene que ver con las señales que se crean como contraseñas del grupo, todos los miembros del grupo las conocen y ejercerlas les da prestigio,  “los compañeros solían ser alfabetos en las primeras fases de la hermandades, y cuando no lo eran, la misma prohibición de guardar documentación escrita, en aras del secreto obligaba a la asociación a valerse de contraseñas orales.” (Hobsbawm ,1983: 237)

Las hermandades secretas desarrollaron un grado simbólico importante teniendo su auge para el perÍodo, según Hobsbawm  de 1879 – 1848, este simbolismo es comparable con las agrupaciones religiosas de la Edad Media y se percibe en la atmósfera el misticismo que los elementos materiales contienen. Sus formas complejas son importantes pues en muchos de los casos estas hermandades secretas como la Masonería formaron parte de movimientos políticos determinantes, así como también de movimientos conspiradores o de movilizaciones sociales.
La Masonería se ha visto en vuelta en diversidad de especulaciones, su participación casi se vislumbra en todos los movimientos revolucionarios de los siglos pasados había una “simpatía que sentían los masones -y otras organizaciones acuñadas según su modelo- por las ideas que se plasmaron en las revoluciones Norteamérica y francesa, hizo revolucionarios a muchos de ellos, y la organización masónica facilitó la conversación de las logias o grupos más selectos en centros políticos o grupos de presión, a la vez que propiciaba la incubación o la mera protección de hermandades revolucionarias.” (Hobsbawm, 1983: 249)

Según el autor, las hermandades secretas tradicionales eran grupos jerarquizados de élites con un tremendo repertorio de rituales ya sea de iniciación, conversión y otros, así como símbolos, nomenclaturas, señales, santos y señas. Las funciones políticas de estas agrupaciones secretas eran dos: propagar las ideas de la hermandad en los diferentes grupos donde el miembro se encontrase sin hacer alarde de estas y provocar insurrecciones de grupos pequeños que simpatizaran con las ideas base de la hermandad preparando actividades que llevaran a la revolución.
Para el siglo XIX las hermandades secretas fueron perdiendo su auge y salvo algunos casos, los movimientos sociales perdieron el carácter ultra simbólico primitivo, que hacía referencia a prácticas cuasi religiosas, las cargas simbólicas que unían a una elite de poder racionalmente en las hermandades y que las volvía un grupo reducido y de difícil acceso, no beneficiaba las agrupaciones sociales de los nuevos tiempos, la clandestinidad ya no era un privilegio sino una necesidad, el sectarismo tampoco era una meta sino la agrupación de masas, los símbolos se perfilan como públicos y legítimos no como privados y ocultos a los mortales, es así, como el sentido práctico de a cuerdo a las causas que unían a estos nuevos grupos significo la transición de los movimientos sociales primitivos a los modernos, en donde la cohesión viene dado por el contenido y no por la forma.
Según Hobsbawm  la abolición total del simbolismo no es del todo beneficiosa puesto que las elites de las hermandades propiciaban de un alto grado intelectual a dichas agrupaciones, asimismo desarrollaron un alto grado de conciencia revolucionaria y en la medida son los pioneros en abolir las prácticas religiosas de la sumisión y la perpetuidad para imponer los valores de la revolución cuando las grandes masas aun seguían adscritos a prácticas tradicionalistas.
En El Salvador para la década de los 70s las organizaciones sociales que comenzaron a gestarse estaban, en gran medida, determinadas por la religión católica denominadas comunidades eclesiales de base, sin embargo estas nuevas formas de asociaciones que se generaron sobre todo al interior del país fueron desarrollando cada vez más un carácter  secular hasta convertirse en organizaciones político militares que fueron la base del movimiento revolucionario salvadoreño.

En conclusión, las organizaciones clandestinas como las hermandades o sindicatos que se desarrollaron en Europa durante la edad media y el siglo XVIII eran conformadas por élites y clase media, fueron base para los movimientos revolucionarios posteriores en todo el mundo, la transición de la carga simbólica a formas más practicas de asociación se debió al alto grado de utilitarismo que desarrollaron los movimientos sociales modernos pero que aun mantienen formas simbólicas y rituales que dan sustento y continuidad a la idea de comunidad.
Bibliografía
Hobsbawm, Eric

1983      Estudio de Formas Arcaicas y Movimientos Sociales Siglos XIX y XX, en  “Rebeldes  Primitivos”  Editorial Ariel.

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